666, Maldad en estado puro.

En agosto de 2012, me dieron el aviso para ir al pueblo de la Algaba de Sevilla por el hallazgo de un cadáver de una niña de ocho años semidesnuda y con evidentes signos de tortura y violación. Confieso que me impacto cuando vi el rostro de la niña que no habían masacrado y presentaba un aspecto impecable que me recordaba a un ángel por su belleza, en ese momento no podía imaginar lo que esa niña habría sufrido. Todo su cuerpo estaba cubierto de pequeñas quemaduras como si se las hubieran echo con soldador o un cigarro puro... 

Habían forzado sus genitales y el ano con algún objeto exageradamente grueso, estaba claro que no utilizaron un miembro humano por las salvajes heridas y desgarros que hacía pensar en algún tronco de rama de un árbol... 

Creí que ya lo habia visto todo, un policía tiene que mantener la compostura frente a cualquier situación, pero esto me superaba y lloré sin ningún disimulo, no me pude controlar hasta que llegó la policía científica y un compañero me dío una cápsula que no quise saber de que era, mi prioridad era relajarme y concentrarme en mi trabajo...

El dictamen forense fue desgarrador, antes de morir le habían introducido en la boca cucarachas y después pegado los labios con pegamento de contacto, le introdujeron gusanos en la vagina y en el ano y cubrieron las cavidades con estiércol.

Estudiando la escena, llegué a la conclusión de que la niña la habían transportado allí después de muerta, no se apreciaban rodaduras de autos ni otros signos que me hicieran pensar que la habían torturado y asesinada en el sitio. Lo primero que hice al empezar la investigación fue mirar nuestra base de datos en busca de hechos, similares. Dí con uno de hacía cuatro años que estaba sin resolver y que presentaba las mismas características, aunque en ese caso fue una niña de tres años...

En relación a este hecho interrogaron a un mexicano por la descripción que dieron los vecinos de la víctima que lo vieron con ella en su coche, se demostró que Moncho estaba en un concierto en Sevilla y el caso se aparcó por falta de otro sospechoso. Tenía que interrogar a ese hombre pues no tenía otra pista que seguir, seguía viviendo en la Algaba en una casa rural a las afuera del pueblo. Pedí una orden judicial para registrar la casa, pero al llegar allí no había nadie, los vecinos me dijeron que vivían dos personas, Rosa y Moncho su hermano. A los dos hacía tiempo que no los veían...

Cuando entre a la casa me encontré a Moncho descuartizado en la bañera y con el pene en la boca, el cuadro era dantesco, pero yo ya habia visto algo similar en otro caso. De la hermana no había ni rastro. Los exámenes de restos biológicos demostraron que la niña asesinada había estado en esa casa, pero había algo más, también demostraron que la niña era hija de ambos hermanos...

Detrás de la casa y junto a un pozo de agua, se encontraron cinco cadáveres más de niñas comprendida entre los dos y nueve años, después de los análisis forenses, se demostró que dos eran también hijos de la pareja, por lo que se dio orden internacional de búsqueda y captura de la mujer...la localizaron al lado del pueblo de Tamaulipas viviendo en una choza de hojalata y la extraditaron a España.

Mi primer contacto con ella en la sala de interrogatorios me produjo nauseas, no era capaz de escuchar la manera tan fría en la que me explicaba en principio porque le cortó los genitales a su hermano, tenían un acuerdo tácito de que podían matar a sus hijos, pero jamás violarlos y el lo hizo y tenía que pagar las consecuencias.

Yo deseaba que llegara el juicio pronto y que la condenaran a cadena perpetua, aunque mi verdadero deseo era pegarle un tiro allí mismo...pero me quitó esa satisfacción cuando se la encontraron al otro día colgada de los barrotes superiores de la celda y me privó del deseo de verla pudrirse en la cárcel...me pareció injusto.